A lo largo de mi vida, siempre me he sabido diferente al resto, no por ser mejor que nadie, ni peor, no por ser más inteligente o especial. Simplemente han sucedido cosas que me han hecho ver que no soy igual que los demás. También he comprendido que ellos, los demás, tampoco se parecen en nada entre ellos. Y es genial, como cada uno de nosotros tenemos esa esencia que no se comparte con nadie, que es única y exclusiva de la persona que la posee.

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